Capítulo 1, el Parking

Dios, que frío que hace, y encima no había manera de aparcar. He tenido que dejar el coche en el parking de la catedral, voy a por él que se me hace tarde.
 
Pago arriba y al bajar por la escalera me cruzo con una chica. Enmimismado la saludo por costumbre, que uno es muy educado y cuando me encuentro con un vecino en la escalera siempre le saludo, y se me queda mirando.

Joder, que no es la escalera de mi casa, que es un parking. Me sonríe y me pregunta si nos conocemos.

-          Lo siento –digo con una sonrisa- es la costumbre
-          ¿Qué costumbre? No entiendo…

Ojazos que tiene la moza, guapetona que es, es el momento de echar un órdago y decir una frase ingeniosa, esa frase que estimule ese resorte que haga que me dé su número de móvil proponiéndome una cita para el sábado.

Aprovecho mi agilidad mental, esa habilidad natural que tengo para responder en situaciones extremas, esa capacidad innata para la seducción, y le contesto.

-          ¡¡¡Costumbre de saludar a las chicas guapas que me excitan con sus feromonas al pasar a mi lado antes de que me den su número de móvil para tomar algo el sábado por la noche!!!

Me quedo con la mejor de mis sonrisas, sabiendo que mucho se tiene que torcer la cosa para no arreglar esta fría mañana de lunes sin triunfar, gracias a mi medido descaro, al proponer tanto en una simple e inocente frase, propuesta a la que es muy difícil negarse. Ya imagino su sonrisa, sorprendida, agradablemente sorprendida por la propuesta.

Pero no, a la chica se le borra la sonrisa y sigue subiendo por la escalera. Me ha parecido escucharla mascullar un “idiota” entre dientes.

Analizo la situación, ¿qué ha podido fallar? Quizá las formas, demasiado rápido. La frase es ingeniosa, directa, inocente, pero se puede mejorar.

El primer paso ya estaba dado, había conseguido reclamar su atención, pero algo había fallado. Me doy cuenta que lo que debo hacer es consolidar el encuentro, afianzar su confianza, y decido darme una segunda oportunidad.

Escucho unos ruidos de tacones que vienen de arriba, y decido subir. Es otra chica, joven, parece guapa, y repito la jugada, un “epa” distraído al pasar a su lado… y no coge ella y me responde el saludo, con otro “epa” y sigue su camino. Con esta ha fallado, me da que es una chica o bien tímida, o bien distraída… o bien me conocía.

Ruido abajo, alguien sube… voy para abajo. Pero nada, es un tío, con lo que sigo mi camino, hasta la entrada al aparcamiento, donde me quedo escuchando.

Escucho una tos arriba, es una tos femenina, por lo que me preparo, me atuso el pelo, y voy para arriba. Es una chica algo mayor, no será la madre de mis hijos, pero puede servir en mi desesperada situación, después de casi 6 meses sin sexo, para tener un encuentro agradable.

El “epa” de rigor, y la chica se me queda mirando.

-          ¿Perdón?
-          Lo siento, es la costumbre
-          ¿Cómo dices?
-          Es que iba distraído, y cuando me cruzo con alguien por la escalera, siempre saludo, ¿no te pasa a ti?

La chica sonríe, ya es mía, lo estoy bordando, pero no sé por qué, no se decide a contestar nada, le tengo que dar un empujoncito.

-          Y también tengo la costumbre a saludar a chicas hermosas que me excitan con su olor a feromona, y a las que invito a tomar algo el sábado por la noche.
-          ¿Cómo?
-          Que también tengo la costumbre de…
-          Anda, vete a la mierda

Joder, que estrecha la tía. Mejor, que ahora que me fijo según se larga, tiene un pedazo culo que no veas, no era para mí.

Subo arriba y lo sigo intentando varias veces hasta que aparece una tía de con uniforme de seguridad. Joder, si esta cae debe ser la hostia, seguro que tiene hasta porra y todo para jugar con ella.

-          Perdone, ¿se le ha perdido algo que lleva más de media hora subiendo y bajando y molestando a los usuarios del aparcamiento?

La chica me señala hacia la cámara de seguridad que hay en la esquina, y que no había visto hasta entonces, y mira que era grande la cabrona, y por su tono de voz me da que tampoco me va a dar su móvil, así que agacho la cabeza y me meto en el parking y busco rápidamente mi coche.

Arranco y al salir no me traga el ticket, me lo devuelve y no se abre la barrera. Me cabreo y doy al botón del interfono, y una voz femenina, la de la chica de seguridad, me responde. Le cuento el problema y le digo que venga a abrirme.

La chica viene y me dice que retire el coche del pasillo, que me eche a un lado, mientras coge mi ticket y va a la garita de seguridad.

La veo como se mueve, que poco eróticos son estos uniformes, la verdad. Vuelve y me dice que el ticket se ha caducado, que hace tres cuartos de hora que lo he pagado y que tenía tan solo 5 minutos para salir, y que debo abonar la diferencia.

Anda que… encima de no comerme nada con la elaborada táctica del “epa” en la escalera, me he tirado 45 minutos haciendo el idiota.

Vuelvo a validar el ticket y me largo, que mal se me ha dado la nueva táctica de ligue, la verdad.

Al subir a casa por la escalera me cruzo con la señora del segundo, la saludo y me responde.

-          ¡Cada día estás más guapo y simpático!

Joder, ¿¡por qué me funciona con esta señora de casi 60 tacos y no con las chicas jóvenes y guapas!? Será el choque intergeneracional. En fin.


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@txomin43

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