Capítulo 6: Hoy, precisamente hoy, pillo


Estamos en pub y estoy mirando a mis amigos. El Mikel esta en la barra hablando con dos tías. El Patxi está entrando a todas las cuadrillas que hay en el pub y el Joseba está intentando emular mi fracaso en la cola del baño de las chicas.

Hay una historia, que se ha mitificado hasta la saciedad, que ocurrió hace muchos años, y de la que fui testigo. Un amigo de la infancia, el Rober, se metió en un baño con una tía y a los 5 minutos salió ella del baño con los gallumbos de él en la cabeza, y poco después el Rober subiéndose los pantalones y reclamando la propiedad de los calzoncillos, que salieron del bar rápidamente sobre la cabeza de la moza.

No sé qué pasó en aquel baño, creo que jamás nadie lo sabremos ya que ya no veo al Rober, y de la chica tan solo queda un curioso y estereotipado recuerdo.

Pero aquel hecho marcó nuestras vidas de tal manera que intentamos emularlo, revivirlo constantemente.

Llevábamos una noche de política de tierra quemada, que se puede resumir en que no volvemos a entrar en los pubs anteriores, ya que no queda chica a la que hayamos entrado.

Y me siento con una cerveza en una mesa en el pub, viendo actuar a la cuadrilla y pensando, ¡Dios, que ridículos que somos!

Y de repente, una chica se sienta al lado. Con la mirada busco un bolso, una chaqueta, alguna pertenencia que aquella chica haya dejado en la mesa, que seguramente habrá vuelto a por ella, y me levanto para disculparme.

-         Perdona, no sabía que estaba ocupada

-         Jaja, no lo está. Es que me duelen los pies con estos taconazos que me he puesto hoy, no te importa que me siente aquí contigo

-         Para nada

Y miro los zapatos que me está enseñando, taconazos que lleva… y que pierna más bonita se ve, ayudada por la falda tan corta que lleva.

-         Hay un buitre por ahí superpesado, creo que me ha entrado 3 veces.

El Patxi, ese es el Patxi, que anda al fondo del bar entrando a unas chicas. Con el Mikel en la barra y el Joseba en el baño, la salida del bar queda libre, puede ser una oportunidad, me la tengo que jugar.

-         ¿Te apetece tomar algo?

-         Venga

-         Pero vamos a otro bar, no sea que el buitre te vuelva a entrar

-         Vale

La tía se levanta, la agarro por la cintura y rápidamente la saco del bar. Mikel se da cuenta de la jugada, pero apenas le da tiempo a reaccionar, y me limita a seguirme estupefacto y sorprendido con la mirada mientras salgo del bar.

Lo he conseguido, he salido del pub, hay que ir a alguno de los que ya hemos estado, ya que la probabilidad de volverme a encontrar con mis amigos es menor.

Entramos hasta el fondo, al lado de la pista y sacamos unos roncolas. Mira que es guapa la chica. Ponen música bailable y ella pone las manos en su cintura mientras baila.

Cojo sus manos y bailando, paso a paso, las levanto, las paso por encima de mis hombros, y las dejo ahí, mientras voy acariciando suavemente sus brazos, sus hombros, su costado, hasta llegar a su cintura. Ni Charly Sheen lo hubiera hecho mejor. La tengo donde yo quiero, ella abrazándome por el cuello, yo por la cintura.

Y en un alarde de miradas, mi nariz roza la suya… y la beso, y ella me besa. Acabamos la canción con un muerdo intenso… y empiezan los problemas.

¿A dónde la llevo? A mi casa no. Mi baño está abducido por el pollo, mi cama sin sábanas y la cama pequeña moteada por la aventura sexual monoparental de Mikel la última vez que durmió en casa.

Salimos del bar mirando para todos los lados, que no quiero que me vean mis amigos, no sea que la jodan y vamos corriendo a mi coche. Cuando arranco siento un alivio, aunque aún visualizo la posibilidad de que el Joseba aparezca tumbándose sobre el cristal del salpicadero como si fuera un zombi.

¿A dónde la llevo? De hotel olvídate, que la hostia de la ronda que pagué el sábado pasado me ha dejado sin fondos.  Empezamos a dar vueltas por la ciudad, y voy buscando los antiguos picaderos, que la puñetera burbuja inmobiliaria ha convertido en bloques de pisos uno tras otro… ¿¡Cuánto hace que no mojo en el coche!?

Ya vale de dar vueltas, que los primeros 20 minutos  cuela lo de poner mi mano en su muslo, y besarnos en los semáforos, pero esto ya se alarga demasiado. Con lo que me meto en el parking de la catedral.

Nos vamos a la segunda planta y en un rincón nos empezamos a enrollar.  El puto coche este tendrá nosecuantas estrellas de seguridad, pero es una mierda pinchada en un palo a la hora de follar, ¡que incómodo!

Intento echar su asiento para atrás pero no hay manera de pasar de la palanca de cambios, por lo que decidimos pasar al asiento de atrás. Me tumbo y consigo quitarme los pantalones, pero a ella se le ha enredado el vestido en el pelo, que cuadro.

Por fin consigo que se inserte pero se le resbala una rodilla y se cae del asiento. Lo que no sé es como hizo para no salirse, aunque a mí me dolió un huevo… literalmente.

Al final salimos del coche, la apoyo contra el asiento y consigo penetrarla desde atrás. Mierda, necesito una gomita, y sacar el condón caducado de la guantera como que no es plan. Y además, seguramente estará cuarteado, que lleva todo el verano ahí.

Voy a intentar que cuando me vaya a correr ella se dé la vuelta y me acabe con la boca, yo que sé, ya hemos empezado, vamos a jugárnosla el todo por el todo.

-         Coño, así que hoy has pillado, ¡eh!

Anda, no me jodas que la de seguridad acaba de aparecer. Y ésta se ha retraído. Vaya mierda. Se está vistiendo diciendo “qué vergüenza, qué vergüenza”

Me señala la pared, otra puta cámara de seguridad, ¿¡cuántas hay en este puto parking!?

Me meto en el coche, arranco, pero la de seguridad se pone delante. Bajo la ventanilla y le espeto:

-         ¿Qué?

-         Que pases por caja antes de mover el coche, listillo.

Pues nada, salgo del coche y me voy con las orejas gachas a la salida. Al subir me cruzo con dos tías que bajan, pero ni me apetece decirles “epa”, así que pago, y bajo.

La chica está encogida, le voy a agarrar para decirle algo, cualquier cosa, pero se revuelve

-         ¡Ni me toques! ¡Sácame de aquí, anda!

-         ¿Dónde te dejo?

-         Donde me viste, me iré a casa en taxi

-         Te llevo yo…

-         ¡Que no! ¡Venga, o me voy andando de aquí!

Nada, otra noche triunfal. Al salir le pido el móvil pero la mirada que me lanzó fue respuesta clara y rotunda.

A casa, que por cierto, olía fatal, puto pollo.

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@txomin43

Capítulo 5, El problema del pollo


Hoy toca limpieza en casa, que la tengo hecha un cristo. Además luego tengo que ir al carrefú (Kotxelau en euskera) a hacer la compra que no tengo cervezas. Mi casa sin cerveza no es mi casa.

Empiezo por mi cuarto. Voy a cambiar las sábanas y pongo una colada. Parece mentira como se queda la almohada por el sudor de detrás de las orejas, totalmente amarilla. Veo que aparecen unos puntitos negros que me imagino que son hongos, que asco.

Y encima huele. Voy a echarle un poco de lejía que para esto es mano de santo. Y meto las sábanas en la lavadora, luego la pondré.

Mi habitación yo creo que con el edredón tirado por el suelo, la almohada en una palangana y sin sábanas, está peor que cuando empecé. Hoy dormiré en la habitación pequeña, que aunque nunca he cambiado las sábanas de la cama pequeña que hay, tampoco la uso tanto, y una noche es  una noche.

Abro la ventana para que no huela a lejía y doy la operación por finalizada. Voy a la otra habitación, que tiene dos camas. Una de ella no la he hecho nunca, y sobre el colchón descansa un ordenador viejo y desmontado, una impresora que no funciona, un porrón de cables, un equipo de sonido y un porrón de CDs, haciendo su limpieza y orden impracticable.

La otra cama aparentemente está hecha. Levanto el edredón y qué leches, por debajo están las sábanas arrugadas y con manchas sospechosas. Me da que la última noche que Mikel durmió aquí no se pudo estar quieto, vaya goterones, dios mío.

Cierro la puerta y doy por hecha esta segunda habitación.

Voy a la nevera y al abrirla me llega un olor a podrido asqueroso. ¡Qué demonios hará este medio pollo aquí metido! ¿¡Y cuánto tiempo llevará ahí para que huela tanto!? Y de repente además… bueno, no, que igual hace que no abro la nevera una semana, que he comido todos los días fuera.

Mierda, este pollo no lo puedo tirar a la basura, que no la puedo bajar hasta la noche y va a oler toda la casa que no veas. ¡Nada, por el wáter y que lo recicle la depuradora de aguas!

Lo tiro por el wáter y se lo traga. Le cuesta un poco, pero mira, va para adentro. Un problema menos.

Voy a hacer la cocina, pero mira, huele que tira de espaldas, abro la ventana y la dejo ventilando. Vaya desastre de día. Llamo a Telepizza y ya tengo la comida sin preocupaciones.

Me pongo la tele un rato después de comer y veo que dan Dos hombres y medio, la serie esa del Charly Sheen. Anda, no me jodas el pedazo casa que tiene el pavo ese, siendo soltero como yo, en primera línea de playa.

Y lo que folla el cabrón. Me da que es por la casa. Si yo tuviera una casa en primera línea de playa también pillaría. Sobre todo si estuviera limpia, que esta es un desastre.

Al final llego a la conclusión que para pillar me hacen falta dos detallitos. Uno de ellos es la casa en primera línea de playa, el segundo una casa limpia. Aunque luego miro y veo que me hacen falta algunos detalles más.

El detalle de la ropa. Me da que ir siempre con camiseta de algodón porque son las más fáciles de planchar, como que no gusta a las chicas, pero joder, ¡da una pereza ponerse a planchar camisas! Además, siempre me quedan como un churro, que no sé qué me da que la plancha está estropeada.

Recibo un guasap del Joseba, llamándome hijodeputa por haberles mandado al bar que conocimos el otro día. Que se pasaron anoche él y el Patxi, y que lo jodido es que el Patxi pilló.

Me fue contando que estaba superborracho y que se metió con un travelo al cuarto oscuro, y que salió al rato con cada de felicidad, y que cuando le preguntó si no se había dado cuenta que era un tío, que le contestó que él pensó que tenía un clítoris muy desarrollado.

Ya me entró la risa y le empiezo a guasapear al Patxi, que al final me cuenta lo que pasó, que se metió con el travelo en el cuarto oscuro y que se la empezó a chupar, pero que no se le levantaba de lo borracho que estaba.

Y que de repente decide meterle mano por debajo de la falda y que se encuentra una polla del 15 y que sale por patas espantado, y que estaba fuera el Joseba partiéndose el culo.

Quedo con ellos en una hora, por lo que me empiezo a arreglar. Y de casa hay que salir preparado, por lo que una cagadita antes de salir es imprescindible para salir a gusto.

La verdad, que la grasienta dieta de esta semana no ayuda a mantener la línea, a pesar de que en cada desalojo creo que bajo más de medio kilo, que manera de cagar, por dios.

Doy a la bomba y aparecen mis problemas. El wáter no traga y encima se rebosa. ¡Dios mío, que se pare esto, que se va a sobrar!

Vaya mierda, y nunca mejor dicho. Puto pollo, la que me ha liado, si aparecen trozos del muslo flotando entre mis… eso.

Joder, y ahora qué hago, que he quedado ya que pasa el Mikel a buscarme y vamos con mi coche. Parece que el agua va bajando poco a poco, pero los restos sólidos se van amontonando en el fondo y las paredes.

Qué asco, la leche, y encima lo mal que huele ahora que se ha ido el agua. Pero no puedo darle otra vez a la bomba, que se va a llenar otra vez de mierda.

Me llega un guasap. El Mikel está abajo. Mira, que le den morcillas, mañana lo arreglo, que me piro, que bastante he limpiado hoy, y tengo a éste esperándome.

Puto pollo. Y es que encima no me gusta el pollo.



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@txomin43

Capítulo 3. Cara ronda

Otra noche anodina, otro gran debate sobre la crisis, sobre las medidas de Rajoy, sobre el pobre Patxi, que está cabreado que este año no cobra la extra a pesar de haber tenido que estudiar 4 años para sacar una plaza de funcionario, y que está pensando demandar al gobierno debido a que en su contrato pone que cobrará 30.000 aurios brutos distribuidos en 14 pagas, y que si le quitan una, que le distribuyan los 30.000 entre 13 pagas.

Me acerco a la barra a pedir, y hay una chica guapísima.

-         Hola, tú no eres funcionaria.

-         ¿Por qué lo dices?

-         Porque sería difícil mantener esa preciosa sonrisa si te hubieran quitado la paga extra.

-         Jaja, que majo, gracias.

-         Las tuyas, frase hecha.

-         Jaja… pues te tengo que confesar que sí soy funcionaria y que sí me han quitado la paga extra.

-         Vaya putada, lo siento… y aún así mantienes esa preciosa sonrisa…

-         Venía con la cara, jaja

-         Me veo obligado a compensar al cabrón de Rajoy, y pagar yo esta ronda…

-         De acuerdo, por mí no hay problema

En esto que llega el camarero, y empieza a traer dos gintonic, 3 copas de cava, dos patxaranes, varias cervezas… y la chica y dos amigas suyas se apresuran en llevarse todo.

Y la chica se despide de mí dándome un beso en la mejilla y diciéndome.

-         Gracias por el piropo… y por la ronda, jaja

Y se va sonriendo. El que no sonríe es el camarero, puñetero armario de 2 x 2 metros, que me dice simplemente:

-         78

Saco dos billetes de 50, pago… y me vuelvo al redil con las orejas gachas, mientras la cuadrilla se está partiendo el eje.

Pero la verdad, es que estoy envalentonado, y aprovechando que las mozas están cerca, vuelvo a dirigirme a la chica.

-         ¿Y qué celebráis que andáis con esas rondas?

-         Mi cumpleaños, hemos salido las amigas a celebrarlo

-         Felicidades

Le planto dos besos, y me presento

-         Yo me llamo Ana, pero la edad… no te la voy a decir, es un número secreto, jajja

-         Seguro que tan solo ese número es secreto

-         Ese y el pin de mi tarjeta de crédito

-         ¿Nada más?

-         No, que yo sepa, jaja

-         Entonces… dame tu móvil, que lo apunto al lado de tu nombre

-         ¿Para qué lo quieres si no me vas a llamar nunca?

-         ¿Cómo lo sabes?

-         Porque después de esta noche no te van a entrar ganas de llamarme, jajaja

-         Prueba a ver…

-         Y además, imagina que coge mi marido… ¿qué le dirías? ¿Qué eres el chico que pagó la ronda de mi cumple? Te lo agradecerá y posiblemente te llame para que salgas a celebrar con él también su cumple, jajja

-         Vaya, sois una cuadrilla de chicas casadas

-         No todas, esa de ahí, está soltera y sin compromiso

-         Uy… ¡preséntamela!

-         Jaja… no… Te voy a dar un consejo, y va a ser gratuito. Si me entras a mí, quédate con mi no. Puede que te lo haya dicho con la boca pequeña, y espere que insistas, pero sin pasarte, pero si entras a mi amiga, ya te llevas dos noes rotundos. El suyo porque no quiere ser segundo plato, y el mío porque si antes tenía dudas, ya las he despejado al ver tu poco interés.

-         Pues vaya…

-         ¿Ves? Te he ahorrado un montón de trabajo y te he corregido tus problemas con la estadística. Por ejemplo, si en un bar hay 50 chicas distribuidas en 10 cuadrillas de 5 chicas cada una de ellas, y tu estadística dice que de cada 50 que entras, una te dice que sí, verás que si entras a las 50, todas te dirán que no, porque debes escoger a una chica de cada cuadrilla… ¡y sin que te vean las cuadrillas de alrededor!

-         Sabio consejo

-         Pues nada… a otro bar, que este… ya lo has quemado, jaja

Este es el momento en el que me fijo que el Joseba, otro de la cuadrilla, se ha acercado, ha escuchado la conversación y se está partiendo el culo.

Sólo me queda volver con las orejas más gachas aún después de la segunda colleja, a la cuadrilla, que en cuando el Joseba cuenta la conversación, se parten aún más de risa que antes, mientras mi mirada se pierde en la espalda de la moza que me ha dado la lección, una lección que encima no ha sido gratuita, sino que me ha costado 78 euros.

Quiero darme la vuelta para un tercer intento, pero Joseba me agarra del cuello y me dice que cambiamos de bar. Al salir la sonrío, y ella me devuelve la sonrisa, pero me da que no hay complicidad entre nuestras miradas, en fin.



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